"El ruido"
Mucho, mucho ruido,
ruido de ventanas,
nidos de manzanas
que se acaban por pudrir.
Mucho, mucho ruido,
tanto, tanto ruido,
tanto ruido y al final
por fin el fin.
Tanto ruido y al final...
<< RUIDO, JOAQUÍN SABINA >>
Cállate, cállate, cállate, cállate Era lo que único que pedía Robb, su mente le pedía tranquilidad y él no quería escuchar el mínimo ruido pero no, el maldito "ruido" seguía ahí y vaya que, para él, se escuchaba de manera desagradable y muy molesta.
La maldita voz, sí la voz! no encajaba en su mente y menos en sus planes. ¿Cómo una simple voz podía causar tanto odio y repulsión en una persona?.
El llamado "ruido" para él se hacia más fuerte en su mente, era de manera insoportable en cualquier momento desataría la ira. Lo peor que, lo que él llamaba "el ruido" para otra persona era un sonido indiferente, esa voz no era desagradable bajo ningún punto de vista, hasta podría decir que era una voz suave y por sobre todo afable.
Se encontraba en un lugar rodeado de muebles, sillas, plantas, alfombra, fotos, retratos, cuadros, figuras de porcelana, entre otras cosas. Estaba de piernas cruzadas sentado en la alfombra en el centro del living, con las manos puesta en el oído y moviéndose de un lado a otro, tiritando, diciendo: Cállate! Cállate!, empezó con voz suave a decirlo para luego hacerse más sonoros sus dichos.
Sin tener acción alguna de sus próximos hechos se levantó y caminando de manera lenta y tenebrosa, se dirigió hasta un pasillo y luego entró a la tercera puerta de la derecha. Entró a la cocina y miró fijamente por un minuto a la mujer que tenía enfrente, que a pesar de ser mucho más grande que Robb; en edad era mucho más baja en estatura que él. Ella extrañada le preguntaba qué pasa y este sin responder se acerco a esta hasta quedar a centímetros, para después descansar las manos en el cuello de la dama y empezar a apretar las manos contra el cuello. Apretaba como si estuviera estrujando algún tipo de paño o algo parecido, la mujer intentaba hacer fuerza contra este joven, que no sobrepasaba los dieciocho años, pero no podía. Ella se empezaba a poner roja, hasta podría decir morada, pero este seguía y seguía apretando, Robb con una cara de terror no cesó a los quejido de la fémina. Ya tenía la cara completamente morada, los ojos se empezaban a desorbitar, el pelo se desordenó, en la cocina estaba todo caótico , la señora trataba de oponerse con su propia fuerza, sin embargo no podía. Hasta que por fin la respiración acabó por terminar y por sobre todo "el ruido" acababa.
Robb sólo atinó a salir por puerta y caminar por el largo pasillo y volver a donde estaba inicialmente,sentado en la alfombra, a continuación se sentó en la misma posición y meditó por un segundo: había matado a su querida nana, aquella que lo acompañaba desde el primer mes de vida y que era como su madre, y la quería de la misma forma que a su madre. Pero a él no le importaba porque el maldito "ruido", la voz, por fin había cesado y no lo escuchaba ni le molestaba en su mente. Ahora se balanceaba pero sin las manos en el oído y con un sólo suspiro sonrió y se sintió aliviado porque había desaparecido "EL RUIDO".
Ruido como sables,
ruido enloquecido,
ruido intolerable,
ruido incomprendido...
<< RUIDO, JOAQUÍN SABINA >>
INSPIRADO EN LOS CUENTOS DE AQUELLOS...
ruido de ventanas,
nidos de manzanas
que se acaban por pudrir.
Mucho, mucho ruido,
tanto, tanto ruido,
tanto ruido y al final
por fin el fin.
Tanto ruido y al final...
<< RUIDO, JOAQUÍN SABINA >>
Cállate, cállate, cállate, cállate Era lo que único que pedía Robb, su mente le pedía tranquilidad y él no quería escuchar el mínimo ruido pero no, el maldito "ruido" seguía ahí y vaya que, para él, se escuchaba de manera desagradable y muy molesta.
La maldita voz, sí la voz! no encajaba en su mente y menos en sus planes. ¿Cómo una simple voz podía causar tanto odio y repulsión en una persona?.
El llamado "ruido" para él se hacia más fuerte en su mente, era de manera insoportable en cualquier momento desataría la ira. Lo peor que, lo que él llamaba "el ruido" para otra persona era un sonido indiferente, esa voz no era desagradable bajo ningún punto de vista, hasta podría decir que era una voz suave y por sobre todo afable.
Se encontraba en un lugar rodeado de muebles, sillas, plantas, alfombra, fotos, retratos, cuadros, figuras de porcelana, entre otras cosas. Estaba de piernas cruzadas sentado en la alfombra en el centro del living, con las manos puesta en el oído y moviéndose de un lado a otro, tiritando, diciendo: Cállate! Cállate!, empezó con voz suave a decirlo para luego hacerse más sonoros sus dichos.
Sin tener acción alguna de sus próximos hechos se levantó y caminando de manera lenta y tenebrosa, se dirigió hasta un pasillo y luego entró a la tercera puerta de la derecha. Entró a la cocina y miró fijamente por un minuto a la mujer que tenía enfrente, que a pesar de ser mucho más grande que Robb; en edad era mucho más baja en estatura que él. Ella extrañada le preguntaba qué pasa y este sin responder se acerco a esta hasta quedar a centímetros, para después descansar las manos en el cuello de la dama y empezar a apretar las manos contra el cuello. Apretaba como si estuviera estrujando algún tipo de paño o algo parecido, la mujer intentaba hacer fuerza contra este joven, que no sobrepasaba los dieciocho años, pero no podía. Ella se empezaba a poner roja, hasta podría decir morada, pero este seguía y seguía apretando, Robb con una cara de terror no cesó a los quejido de la fémina. Ya tenía la cara completamente morada, los ojos se empezaban a desorbitar, el pelo se desordenó, en la cocina estaba todo caótico , la señora trataba de oponerse con su propia fuerza, sin embargo no podía. Hasta que por fin la respiración acabó por terminar y por sobre todo "el ruido" acababa.
Robb sólo atinó a salir por puerta y caminar por el largo pasillo y volver a donde estaba inicialmente,sentado en la alfombra, a continuación se sentó en la misma posición y meditó por un segundo: había matado a su querida nana, aquella que lo acompañaba desde el primer mes de vida y que era como su madre, y la quería de la misma forma que a su madre. Pero a él no le importaba porque el maldito "ruido", la voz, por fin había cesado y no lo escuchaba ni le molestaba en su mente. Ahora se balanceaba pero sin las manos en el oído y con un sólo suspiro sonrió y se sintió aliviado porque había desaparecido "EL RUIDO".
Ruido como sables,
ruido enloquecido,
ruido intolerable,
ruido incomprendido...
<< RUIDO, JOAQUÍN SABINA >>
INSPIRADO EN LOS CUENTOS DE AQUELLOS...
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