El viejo roñoso
El viejo roñoso trató de vestir lo más adecuado para la situación de hoy.
Iba a hacer lo quería.
Vestía con un pantalón negro, notablemente con polvo pero visiblemente mejor que el día anterior; una camisa blanca que se tornaba con claros sectores negros por la suciedad y zapatos negros sin cordones. Sumergió sus manos sucias al agua de la fuente, las sintió fría tanto como los desatino de la vida, y las impulsó contra su cara.
Cerró los ojos.
La frialdad del agua se conjugaba con el viento y hacía sentir un fresco ambiente en su rostro. No deseaba abrir los ojos, no quería ver la realidad con sus ojos aunque dicen que la realidad se puede ver hasta con los ojos cerrados, no te escapas de ella ni soñando, de hecho los sueños se hicieron para tener la excusa de una huida de la realidad.
¿Funciona soñar? Hoy lo iba a descubrir.
Sumergió nuevamente sus manos en el agua de la fuente y notó que el agua, clara tanto así que funcionaba como espejo, pasaba de una pulcra transparencia a un oscuro pasaje. En el mismo instante pensó que él era la suciedad del agua clara, era una mancha dentro de esa agua; era una mancha dentro de la sociedad. Lavó su pelo por sectores y lo acomodó lo más posible. Había quedado, dentro de todo y con pequeños detalles perceptibles, lo más normal para el mundo, y lo normal para el mundo es vestir con ropa limpia aunque lo más normal para él era vestir con ropa sucia. Es sólo cuestión de percepción, sólo eso.
Entró al mundo de mentira, donde no lo hubiesen aceptado con su vestimenta inicial, en el cual los objetos expuestos se burlaban de su deseo de ser alguien, donde ahí el mundo te demuestra su crueldad y desigualdad.
Como nunca se sentía feliz al caminar por aquellos pisos, se sentía alguien completo aun así no se olvidaba que estaba en un mundo de engaño donde el que tiene dinero puede comprarlo y el que no, sólo se entera de la realidad que nadie es consciente. Qué paradoja aquella: los que están más olvidado, calificado en lo bajo de la sociedad, la escoria del mundo, son los más consciente de lo que ocurre.
Entró al submundo de aquel mundo.
Observó por varios minutos en qué quería convertirse y tomó la decisión.
- ¿Pueo' proarme' este? -dijo él.
- Claro, allá a la izquierda está el probador -contestó la vendedora.
Él sin más contratiempo fue al probador con una sonrisa. Estaba feliz, por primera vez en mucho tiempo se sentía feliz.
Comenzó por quitarse su ropa, luego inició el cambio con su camisa, posterior su pantalón; continuó con los zapatos, pasando por la corbata y culminó con el chaquetón.
Estaba con una tenida formal.
Salió, como si fuera un niño pidiendo a sus padres que compren un juguete para él, preguntando a la vendedora dónde había un espejo y cómo le quedaba el traje.
- Mire -le mostró la vendedora.
El espejo frente a él hacía reflejo de una realidad aparte, de un sueño. Era otro hombre, él no se reconocía. Se veía bien, decente y nada menos que todo un humano, porque para su diario vivir la gente no lo trataba como humano. Sin darse cuenta le recorrieron unas lágrimas por su mejilla.
- ¿Qué le ocurre señor? -sorprendida preguntó la mujer.
Señor. Lo habían llamado señor. Nunca lo habían tratado como señor.
- Na', solamente e' que me veo bien -contestó el señor.
- Sí, le queda justo a su medida. Además que hoy está en oferta.
- ¿Cuánto cuesta?
- Al contado está a ochenta mil pesos pero si usted paga con tarjeta queda a setenta y ocho mil pesos.
Sus lágrimas se frenaron y dio paso a la realidad. Volvió a la realidad.
El golpe había sido bajo, tampoco se dio cuenta por qué preguntó su precio si no llevaba ni un peso en su bolsillo, quizás lo de soñar no era tan falso, había entrado en el papel de "señor".
- Me gustó mucho este, se me ve bien -dijo el señor.
- Sí caballero, dio justo con la medida.
El caballero regresó al vestidor, se retiró las prendas y volvió con su vestimenta normal. Ahora de caballero pasó a ser el viejo.
- ¿Se lo lleva? -preguntó la vendedora.
- No, no lo llevo. Sólo quería ser alguien por un momento en la via' y lo cumplí.
Los sueños, finalmente pensó él, sólo sirven para elevar la esperanza y escapar de una realidad potente. Todos hablan de soñar como algo bello, significativo, sin embargo para el viejo no lo había sido. Soñar es una crueldad, es una aspiración desde la base hacia la cúspide y cuando llegas a lo más alto caes hacia lo más bajo donde te das cuenta que el golpe ha sido duro y cruel. El golpe de la realidad lo llaman.
La vendedora quedó helada, un frío recorrió su cuerpo y quedó atónita con la mirada fija en punto. El viejo roñoso se dio media vuelta y se fue hacia la salida. Se fue siendo lo que siempre había sido, sólo con la satisfacción de que por una vez en la vida fue alguien.
Vestía con un pantalón negro, notablemente con polvo pero visiblemente mejor que el día anterior; una camisa blanca que se tornaba con claros sectores negros por la suciedad y zapatos negros sin cordones. Sumergió sus manos sucias al agua de la fuente, las sintió fría tanto como los desatino de la vida, y las impulsó contra su cara.
Cerró los ojos.
La frialdad del agua se conjugaba con el viento y hacía sentir un fresco ambiente en su rostro. No deseaba abrir los ojos, no quería ver la realidad con sus ojos aunque dicen que la realidad se puede ver hasta con los ojos cerrados, no te escapas de ella ni soñando, de hecho los sueños se hicieron para tener la excusa de una huida de la realidad.
¿Funciona soñar? Hoy lo iba a descubrir.
Sumergió nuevamente sus manos en el agua de la fuente y notó que el agua, clara tanto así que funcionaba como espejo, pasaba de una pulcra transparencia a un oscuro pasaje. En el mismo instante pensó que él era la suciedad del agua clara, era una mancha dentro de esa agua; era una mancha dentro de la sociedad. Lavó su pelo por sectores y lo acomodó lo más posible. Había quedado, dentro de todo y con pequeños detalles perceptibles, lo más normal para el mundo, y lo normal para el mundo es vestir con ropa limpia aunque lo más normal para él era vestir con ropa sucia. Es sólo cuestión de percepción, sólo eso.
Entró al mundo de mentira, donde no lo hubiesen aceptado con su vestimenta inicial, en el cual los objetos expuestos se burlaban de su deseo de ser alguien, donde ahí el mundo te demuestra su crueldad y desigualdad.
Como nunca se sentía feliz al caminar por aquellos pisos, se sentía alguien completo aun así no se olvidaba que estaba en un mundo de engaño donde el que tiene dinero puede comprarlo y el que no, sólo se entera de la realidad que nadie es consciente. Qué paradoja aquella: los que están más olvidado, calificado en lo bajo de la sociedad, la escoria del mundo, son los más consciente de lo que ocurre.
Entró al submundo de aquel mundo.
Observó por varios minutos en qué quería convertirse y tomó la decisión.
- ¿Pueo' proarme' este? -dijo él.
- Claro, allá a la izquierda está el probador -contestó la vendedora.
Él sin más contratiempo fue al probador con una sonrisa. Estaba feliz, por primera vez en mucho tiempo se sentía feliz.
Comenzó por quitarse su ropa, luego inició el cambio con su camisa, posterior su pantalón; continuó con los zapatos, pasando por la corbata y culminó con el chaquetón.
Estaba con una tenida formal.
Salió, como si fuera un niño pidiendo a sus padres que compren un juguete para él, preguntando a la vendedora dónde había un espejo y cómo le quedaba el traje.
- Mire -le mostró la vendedora.
El espejo frente a él hacía reflejo de una realidad aparte, de un sueño. Era otro hombre, él no se reconocía. Se veía bien, decente y nada menos que todo un humano, porque para su diario vivir la gente no lo trataba como humano. Sin darse cuenta le recorrieron unas lágrimas por su mejilla.
- ¿Qué le ocurre señor? -sorprendida preguntó la mujer.
Señor. Lo habían llamado señor. Nunca lo habían tratado como señor.
- Na', solamente e' que me veo bien -contestó el señor.
- Sí, le queda justo a su medida. Además que hoy está en oferta.
- ¿Cuánto cuesta?
- Al contado está a ochenta mil pesos pero si usted paga con tarjeta queda a setenta y ocho mil pesos.
Sus lágrimas se frenaron y dio paso a la realidad. Volvió a la realidad.
El golpe había sido bajo, tampoco se dio cuenta por qué preguntó su precio si no llevaba ni un peso en su bolsillo, quizás lo de soñar no era tan falso, había entrado en el papel de "señor".
- Me gustó mucho este, se me ve bien -dijo el señor.
- Sí caballero, dio justo con la medida.
El caballero regresó al vestidor, se retiró las prendas y volvió con su vestimenta normal. Ahora de caballero pasó a ser el viejo.
- ¿Se lo lleva? -preguntó la vendedora.
- No, no lo llevo. Sólo quería ser alguien por un momento en la via' y lo cumplí.
Los sueños, finalmente pensó él, sólo sirven para elevar la esperanza y escapar de una realidad potente. Todos hablan de soñar como algo bello, significativo, sin embargo para el viejo no lo había sido. Soñar es una crueldad, es una aspiración desde la base hacia la cúspide y cuando llegas a lo más alto caes hacia lo más bajo donde te das cuenta que el golpe ha sido duro y cruel. El golpe de la realidad lo llaman.
La vendedora quedó helada, un frío recorrió su cuerpo y quedó atónita con la mirada fija en punto. El viejo roñoso se dio media vuelta y se fue hacia la salida. Se fue siendo lo que siempre había sido, sólo con la satisfacción de que por una vez en la vida fue alguien.
Un texto magnífico, a saber a cuanta gente la valoramos exactamente así obligándola a sentirse como tu protagonista.
ResponderEliminarComo bien dices, dura realidad en un puñado de letras
Besos
Oh, estoy gratamente sorprendido por su visita. No me esperaba que me escribieran en mi escrito. Gracias por el comentario y me alegro que les haya gustado. Un abrazo y saludos para ustedes. Los sigo constantemente.
EliminarHe leído varios relatos de los que tienes colgados, llevo también un tiempo leyendo por aquí. He visto micros y relatos un poco más extensos, todos ellos con unas características muy marcadas. Y una buena puntuación, algo bastante complicado.
EliminarSi me permites, seguiré pasando y comentando.
Besos
juanjo que lindo lo que escribiste de verdad me sorprendio y tiene mucha verdad y reflexion tu cuento, al menos logro su obejtivo el viejito aunque la ropa no te hace ser alguien pero lamentablemente en esta sociedad cosas tan insignificantes como la vestimenta permite alejarte de la exclusion social(pero me pondre muy sociologa si sigo)te felicito muy bueno, te quiero arto y sigue asi vas por buen camino ♥
ResponderEliminarlinda, te quiero mucho <3
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