La noche de los payasos vivientes
Quinta parte
Ocho
LA CASA DE LOS PAYASOS era, sin duda, el final. Cuando el payaso nombró que era el final a Kat no le pareció una buena idea, menos el lugar propicio para acabar algo. La noche estaba cada vez más profunda y lo que estaba ocurriendo se escapaba absolutamente de las manos.
Algo que ella no podía explicar ocurría con Rane, sus ojos empezaron a sangrar y su cara estaba pálida, mientras que su boca se llenaba, a los al rededores, de saliva. Parecía entre enfermo y un muerto viviente. (¡Qué miedo!) Los tres payasos, Rane y Kate se encontraban frente a la casa de estos, que si lo aplicamos a parque de diversiones era perfectamente la casa del terror. Con diferencia que esta era de payasos.
Los payasos menores hicieron ingresar primero a Rane. En tanto, Kat hizo un ademán de oponerse, pero el payaso mayor la detuvo. El principio del fin, presentía ella, comenzaba.
Rane gritó dentro de la casa, a Kat se le desconfiguró el rostro. No sabía nada.
- Entren -dijo uno de los payasos que es encontraba dentro -.
- Adelante, pasa. Bienvenida -dijo el payaso mayor.
Entró -.
La oscuridad se hacía compañera del álgido ambiente, mientras muchas lineas rojas se cruzaban. Las lineas rojas hacían que la casa se iluminara. No era muy grande. La casa consistía solamente de un largo pasillo, de más de veinte metros, con cuadro a los al rededores. Cada cuadro tenía una familia, fotografiada, vestida de payasos. Parecían muñecos. Siempre familias distintas y fijas en las fotos; con sonrisas terroríficas.
- Como ves, esta es nuestra familia. Nuestra casa -mientras le enseñaba todo el payaso mayor a Kat -.
- ¡Mi primo! -gritó ella -.
- Shhh, en esta casa no se grita. Las familias se enojan. Él está MUY bien -remarcando, dicha palabra -.
En los primeros metros el pasillo solo se componía de paredes y cuadros, sin embargo, con metros más avanzados se encontraron con puertas. Cada puerta tenía mucho ruido dentro. Una idea cruzaba por la mente de Kat.
Salvación. Salvación. Tengo que salir, tengo que escapar, esta es mi oportunidad.
Kat se soltó del brazo del payaso, a su lado izquierdo abrió la primera puerta que encontró. El payaso trató de contenerla, sin embargo no pudo. El payaso se enfureció. Muy mala idea. Kat entró al cuarto y cerró con pestillo la puerta. Se había salvado.
Algo que ella no podía explicar ocurría con Rane, sus ojos empezaron a sangrar y su cara estaba pálida, mientras que su boca se llenaba, a los al rededores, de saliva. Parecía entre enfermo y un muerto viviente. (¡Qué miedo!) Los tres payasos, Rane y Kate se encontraban frente a la casa de estos, que si lo aplicamos a parque de diversiones era perfectamente la casa del terror. Con diferencia que esta era de payasos.
Los payasos menores hicieron ingresar primero a Rane. En tanto, Kat hizo un ademán de oponerse, pero el payaso mayor la detuvo. El principio del fin, presentía ella, comenzaba.
Rane gritó dentro de la casa, a Kat se le desconfiguró el rostro. No sabía nada.
- Entren -dijo uno de los payasos que es encontraba dentro -.
- Adelante, pasa. Bienvenida -dijo el payaso mayor.
Entró -.
La oscuridad se hacía compañera del álgido ambiente, mientras muchas lineas rojas se cruzaban. Las lineas rojas hacían que la casa se iluminara. No era muy grande. La casa consistía solamente de un largo pasillo, de más de veinte metros, con cuadro a los al rededores. Cada cuadro tenía una familia, fotografiada, vestida de payasos. Parecían muñecos. Siempre familias distintas y fijas en las fotos; con sonrisas terroríficas.
- Como ves, esta es nuestra familia. Nuestra casa -mientras le enseñaba todo el payaso mayor a Kat -.
- ¡Mi primo! -gritó ella -.
- Shhh, en esta casa no se grita. Las familias se enojan. Él está MUY bien -remarcando, dicha palabra -.
En los primeros metros el pasillo solo se componía de paredes y cuadros, sin embargo, con metros más avanzados se encontraron con puertas. Cada puerta tenía mucho ruido dentro. Una idea cruzaba por la mente de Kat.
Salvación. Salvación. Tengo que salir, tengo que escapar, esta es mi oportunidad.
Kat se soltó del brazo del payaso, a su lado izquierdo abrió la primera puerta que encontró. El payaso trató de contenerla, sin embargo no pudo. El payaso se enfureció. Muy mala idea. Kat entró al cuarto y cerró con pestillo la puerta. Se había salvado.
Nueve
LA HABITACIÓN ESTABA OSCURA. Tocó la pared para encontrar algún interruptor para enceder la luz, no encontró nada. Nuevamente buscó y apretó el botón; la luz se encendió. Sus ojos comenzaron a ver un espectáculo inolvidable.
Un payaso, al parecer de cuarenta años, tenía amarrado a una silla a una mujer que parecía ser de dieciocho.
- Verás que la vida de payaso es mejor, mi amor -con voz aguda le decía el payaso. su voz daba miedo -.
- No me haga nada, por favor, esto es falso -respondió ella -.
- Ríe, ríe conmigo. Yo hago reír -le clavó un cuchillo en el abdomen y lo sacó rápidamente -. Repitió el proceso tres veces. La sangre quedaba en el metal del cuchillo y salía en chorros por el abdomen de aquella dama, mientras que por su boca también.Viste, hay que reír, hay que reír. - Ríe. JAJAJAJAJAJA -voz extremadamente aguda y con voz de miedo -. Nunca en su vida Kat había visto algo tan horrible.
El payaso la miró.
Ella giró el pestillo y rápidamente salió de la habitación. Al salir sólo dijo una palabra reiterada veces con los ojos cerrados.
- Perdón, perdón, perdón -.
Abrió los ojos y no había nadie.
- Prima, prima, prima. Ven, corre, vamos, rápido -gritó Rane desde muy lejos -. Sólo podía ver su disminuida figura, no podía ver especificaciones. Afloró un sentimiento de esperanza. Corrió hacia él.
Él también corría, seguramente para tomar más ventaja. Al final del pasillo había una puerta.
- Por aquí -dijo el pequeño -.
Salió, se encontró con la habitación de Rane. Los papás de Rane estaban llamando abajo. Ellos fueron rápidamente, llorando, hacia ellos y abrazándolos. Todo había pasado. Todo había acabado.
Kat salió del sueño.
Llegó a la puerta, donde Rane estaba adentro. Ella abrió, la puerta se cerró. La pieza estaba iluminada por una luz roja, muy similar cuando fotógrafos revelan sus fotos en la habitación. Rane estaba pintado de payaso, con una peluca, vestido de rojo, verde, amarillo y azul; con un cuchillo en la mano. De fondo sonó una música tétrica, de esas que parecen ser voces de niños. Rane con voz aguda, de payaso, combinada con una voz de miedo, solo atinó a decir:
-Hola, ¿Quieres ser mi amigo?-mientras reía frenéticamente.
Un payaso, al parecer de cuarenta años, tenía amarrado a una silla a una mujer que parecía ser de dieciocho.
- Verás que la vida de payaso es mejor, mi amor -con voz aguda le decía el payaso. su voz daba miedo -.
- No me haga nada, por favor, esto es falso -respondió ella -.
- Ríe, ríe conmigo. Yo hago reír -le clavó un cuchillo en el abdomen y lo sacó rápidamente -. Repitió el proceso tres veces. La sangre quedaba en el metal del cuchillo y salía en chorros por el abdomen de aquella dama, mientras que por su boca también.Viste, hay que reír, hay que reír. - Ríe. JAJAJAJAJAJA -voz extremadamente aguda y con voz de miedo -. Nunca en su vida Kat había visto algo tan horrible.
El payaso la miró.
Ella giró el pestillo y rápidamente salió de la habitación. Al salir sólo dijo una palabra reiterada veces con los ojos cerrados.
- Perdón, perdón, perdón -.
Abrió los ojos y no había nadie.
- Prima, prima, prima. Ven, corre, vamos, rápido -gritó Rane desde muy lejos -. Sólo podía ver su disminuida figura, no podía ver especificaciones. Afloró un sentimiento de esperanza. Corrió hacia él.
Él también corría, seguramente para tomar más ventaja. Al final del pasillo había una puerta.
- Por aquí -dijo el pequeño -.
Salió, se encontró con la habitación de Rane. Los papás de Rane estaban llamando abajo. Ellos fueron rápidamente, llorando, hacia ellos y abrazándolos. Todo había pasado. Todo había acabado.
Kat salió del sueño.
Llegó a la puerta, donde Rane estaba adentro. Ella abrió, la puerta se cerró. La pieza estaba iluminada por una luz roja, muy similar cuando fotógrafos revelan sus fotos en la habitación. Rane estaba pintado de payaso, con una peluca, vestido de rojo, verde, amarillo y azul; con un cuchillo en la mano. De fondo sonó una música tétrica, de esas que parecen ser voces de niños. Rane con voz aguda, de payaso, combinada con una voz de miedo, solo atinó a decir:
-Hola, ¿Quieres ser mi amigo?-mientras reía frenéticamente.
Diez
- RANE, ¿QUÉ TE HAN HECHO? -contraatacó ella -.
- ¿Quieres ser mi amigo? -siguió como si nada -.
Él se acercó, ella se alejó hacia atrás buscando la manilla de la puerta. La encontró. No se abrió la puerta, cerrada.
- ¿Qué pasa prima, no confías en mí? -con la misma voz aguda, de miedo -.
Rane se acercó a su prima, ella se alejaba. Caminó hacia atrás. Su espalda se topó con el pecho del payaso mayor, que a su vez, en el oído le dijo:
- Eso no se hace, nunca más lo hagas. Ya no hay salida.
El payaso agarró por los brazos a Kat, se los puso en la espalda y la afirmó.
- ¡Hazlo, Rane, hazlo y acaba con esto! -gritó el payaso -.
El pequeño impulsó su brazo hacia atrás y luego hacia adelante y clavó con fuerza el cuchillo en el abdomen de la prima. Tan profundo fue que sintió la cálida sangre en las manos, mientras su prima dio un fuerte grito y abrió extremadamente sus ojos. Él nuevamente alzó su brazo hacia atrás y luego hacia adelante. Lo mismo tres, cuatro y cinco. Todo parecía tener un margen de ilógica, que irónicamente se encontraba dentro de una lógica: La realidad.
La prima cayó al suelo y el juego de los payasos había llegado a su fin.
- ¿Quieres ser mi amigo? -siguió como si nada -.
Él se acercó, ella se alejó hacia atrás buscando la manilla de la puerta. La encontró. No se abrió la puerta, cerrada.
- ¿Qué pasa prima, no confías en mí? -con la misma voz aguda, de miedo -.
Rane se acercó a su prima, ella se alejaba. Caminó hacia atrás. Su espalda se topó con el pecho del payaso mayor, que a su vez, en el oído le dijo:
- Eso no se hace, nunca más lo hagas. Ya no hay salida.
El payaso agarró por los brazos a Kat, se los puso en la espalda y la afirmó.
- ¡Hazlo, Rane, hazlo y acaba con esto! -gritó el payaso -.
El pequeño impulsó su brazo hacia atrás y luego hacia adelante y clavó con fuerza el cuchillo en el abdomen de la prima. Tan profundo fue que sintió la cálida sangre en las manos, mientras su prima dio un fuerte grito y abrió extremadamente sus ojos. Él nuevamente alzó su brazo hacia atrás y luego hacia adelante. Lo mismo tres, cuatro y cinco. Todo parecía tener un margen de ilógica, que irónicamente se encontraba dentro de una lógica: La realidad.
La prima cayó al suelo y el juego de los payasos había llegado a su fin.
Epílogo
EL SEÑOR & LA SEÑORA HILTON abrieron la puerta de su hogar. Ambos, como si supieran todo lo que tenían que hacer, se arribaron a la parte superior de la casa. Se dirigieron a la puerta de Rane. Entraron.
Ambos primos se encontraban durmiendo en la misma pieza. Los Hilton no quisieron despertar a ninguno de los dos. Entraron a los dos payasos que se encontraban al costado, dentro del armario de Rane. Apagaron la luz y salieron.
Los dos payasos, dentro del armario, abrieron los ojos y se miraron el uno al otro sorprendidos.
Los dos personajes de la cama, se levantaron y abrieron el armario. Rieron contra los payasos.
Cara a cara se encontraban los cuatro.
Los dos personajes cerraron el armario, riendo y se fueron a dormir.
- Esta es nuestra nueva vida, la que merecemos -dijo el niño chico a la niña mayor -.
Dentro del armario, vestidos de rojo, amarillo, verde, azul, con la nariz pintada de roja; cara con polvo blanco estaban Rane y Kat. Sin poder decir ninguna palabra. Estaban atrapados. Payasos eran, payasos serán.
Más tarde caminado por su nueva casa, la de los payasos, se darían cuenta de que su foto estaría pegada al muro. Él y su primo, sonrientes, vestidos de payasos. Seguramente algún día les tocaría su revancha, les tocaría preguntar a algún adolecente, miedoso o no:
Hola, ¿quieres ser mi amigo?
Ambos primos se encontraban durmiendo en la misma pieza. Los Hilton no quisieron despertar a ninguno de los dos. Entraron a los dos payasos que se encontraban al costado, dentro del armario de Rane. Apagaron la luz y salieron.
Los dos payasos, dentro del armario, abrieron los ojos y se miraron el uno al otro sorprendidos.
Los dos personajes de la cama, se levantaron y abrieron el armario. Rieron contra los payasos.
Cara a cara se encontraban los cuatro.
Los dos personajes cerraron el armario, riendo y se fueron a dormir.
- Esta es nuestra nueva vida, la que merecemos -dijo el niño chico a la niña mayor -.
Dentro del armario, vestidos de rojo, amarillo, verde, azul, con la nariz pintada de roja; cara con polvo blanco estaban Rane y Kat. Sin poder decir ninguna palabra. Estaban atrapados. Payasos eran, payasos serán.
Más tarde caminado por su nueva casa, la de los payasos, se darían cuenta de que su foto estaría pegada al muro. Él y su primo, sonrientes, vestidos de payasos. Seguramente algún día les tocaría su revancha, les tocaría preguntar a algún adolecente, miedoso o no:
Hola, ¿quieres ser mi amigo?
que loco el final juanjooo me dejo como OH! jahwja pero me gustoo me gusto la historia aunque a ratos me perdia porque como no era continua peor a medida de que iba leyendo ilaba todos los cabos sueltos te quiero y me encanto ♥
ResponderEliminarpd: estuve atenti :B
pd2: subi las fotos
pd3 : eres un criminal que me asusta pero me gusta jwhaja :D
Juanjo <3 sembraste caos y un poco de miedo en mi corazón con esta historia, insisto: ME ENCANTAS <3
ResponderEliminarpd. no voy a poder evitar imaginarme unos payasos antes de dormir xd
te quiero c: <3