Cuatro en uno.

Este final dedicado a la persona que siempre lo esperó y me ayudó...

CUARTA PARTE Y FINAL: "La venganza perfecta"

"Si vas en metro, en hora punta, y piensas que eres un perfecto desconocido en medio de la masa de gente... es el primer error"

Metro de Santiago, Santiago de Chile 04:38. 3 de agosto del 2010.
Tres bolsas de pasta base, envueltas, estaban en el piso; los primeros secretos salían a la luz.
- ¿Cómo salimos de aquí pendeja de mierda?- Dijo el detective -.
- ¿Por qué no les dices que nos conocemos?- le dijo Amaya al bandido-.
Todo estaba confuso, ahora las miradas estaban entre el delincuente y Amaya.
- ¡Yo puedo explicar lo de mi bolso, pero yo no hice nada!- dijo-.
- Puta de mierda- dijo el agente.
- ¡Yo no fui les dije! ¡¡Uno de ustedes fue y me estan cargando a mí...!!- respondió ella-.
- ¡Excusas, puta!- respondió el otro-.
A las 6:00 am ya estaban en Las Mercedes, una más y llegarían a puerto final.
- ¡Ustedes dos nos metieron aquí! Si quieren salir libre de problemas judiciales dejen que salgamos de acá- dijo el hombre de la PDI-.
- Yo no fui por la mierda, YO NO FUI- decía Amaya-.
 - Yo tampoco fui, mierda. No mientas, tú fuiste, Amaya... ¡¡Sácanos de aquí!!!.
Llegaron a PLAZA PUENTE ALTO, fin de las estaciones. Ahí se cortó la luz y se escuchó la voz: tarde, el viaje ha terminado.
Luego de unos minutos se escuchó el ruido, seguía todo oscuro, de las puertas. Nadie hizo nada. La luz se encendió, todo estaba igual, todos en las mismas posiciones.
- Ya, yo cumplí- dijo el bandido totalmente nervioso-.
- Cállate- le dijo el agente mientras se paraba el carabinero-.
Todos se pararon y se iban acercando hacia Amaya.
- Yo no fui, les juro que no...no...
En el fondo se escuchaban unos pasos firmes. Avanzaba y avanzaba. De corbata, bien vestido y con una placa colgando; la risa de aquel hombre se escuchó fuerte. Amaya todavía no veía nada porque todos (el delincuente, el policía, el agente) le tapaban la vista.
- Muchachos permiso- dijo el hombre-.
Amaya por fin lo vio, su cara se desmoronó. Empezó a tiritar de forma increíble, estaba pálida.
- No creo que sea necesario que me presente, si con tanto chantaje te sabes mi nombre al revés y al derecho o no, puta asquerosa-.
Le mostró su placa donde claramente se dilucidaba: Sergio Román, Prefecto.
Aunque intentara hablar no podía, trató de moverse, pero el detective la agarró de un brazo mientras que el carabinero del otro brazo; el delincuente le entregaba un cigarrillo al prefecto y se lo encendía.
- ¿Cuánto me cobraras ahora por echarme un polvito contigo? ¿Sigues cobrando lo mismo?- riéndose-. ¿Por qué mierda me amenazaste?- serio-.
Se le aceleró el corazón rápidamente a Amaya, empezó a respirar rápido y a recordar cada carta que enviaba a la familia del Prefecto y a la misma institución de la PDI con amenazas de contar que un prefecto, de prestigio, se metía con una prostituta, a cambio de aquello pedía drogas y dinero.
- ¿Qué creíste que un prefecto como yo no tenía poder?- Todos se rieron mientras apagaba el cigarrillo en la cara de Amaya, ella gritó-.
Empezó a recordar el momento que bajó rápidamente las escaleras, ahí el carabinero le aplicó el líquido en su cara, el detective la dejó en el ambiente; el delincuente dejó las armas en el lugar y el Prefecto fue siempre la voz. El delincuente fue chantajeado por el agente y el carabinero porque si no participaba en el plan lo meterían a la cárcel por ser parte del tráfico de drogas con las prostitutas.
Cada momento de prostitución lo recordó Amaya, el momento en que siempre se acostaba con el Prefecto...ahí ella pensó que sacarle dinero serviría de mucho. ¿Quién era la voz?, ¿Quién manejaba el tren?, ¿Quién dirigía los tiempos y todo? Una respuesta: el Prefecto.
El Prefecto levantó la mano hacia atrás, pidiendo algo, y el delincuente le pasó el cuchillo.
- No, no, no por favor no... -dijo ella al ver el cuchillo.
- Es tarde, así mueren las putas mentirosas y sucias-.
Le propinó tres estocadas en el estomago.
Nunca hubo un culpable lo que sí hubo una víctima..., aunque tan víctima no era. En el primer apagón el delincuente dañó a Amaya, en el siguiente el delincuente lo hizo así mismo, en el tercero el carabinero le quitó el palo y dañó a su cómplice, el agente, y este le propinó los golpes...eran las reglas para confundir a Amaya.
Amaya con las estocadas cayó al suelo; el Prefecto rió.
- Buen trabajo muchachos-.
Nunca hubo un culpable, eran cuatro los culpables...cuatro las personas que hicieron esto. Ya eran las 6: 15 y el metro estaba a punto de abrir, el prefecto con sus cómplices se fueron con la mirada perfecta y la palabra precisa hacia la salida del metro, mientras Amaya ya estaba completamente muerta. El Prefecto sabía que horas después tendría que venir a cubrir este caso, el caso de una prostituta asesinada y lo haría con los que actúo siempre: con el carabinero y el detective. Hicieron el juego perfecto, la venganza perfecta; HICIERON UN CUATRO EN UNO: CUATRO personas culpables en UN juego.

Comentarios

  1. lo leí por fin :D me encanto el final nunca me lo espere ahora entiendo porque era cuatro en uno , te felicito cariño ♥ te veo con un futuro es que eres buenisimo en esto enserio me encanta leer tus historia bobo,nose porque me tinca que seras un gran escritor :)

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