Cuatro en uno
PRIMERA PARTE: "Un culpable, un tren y cuatro personas"
Cuando descartas a alguien es el primer paso para el error, el acierto o simplemente la desconfianza...
Metro de Santiago, Santiago de Chile 23:30. 2 de agosto del 2010.
Cuando Amaya bajó corriendo por las escalera del metro vio que al frente de ella la luz roja y el ruidoso pito indicaba que las puertas, del último metro del día, se cerraban; sincrónicamente lo hizo cada puerta.
Una mano apareció frente a ella con un pedazo de género y luego presionó contra su cara tapando su nariz, ese fue el hecho que marcaría su día y sin duda traería más de una situación sospechosa.
Cuando el reloj marcaba las 00:32, sus ojos de a poco comenzaban a abrirse y, a la misma vez, ver borroso el contorno. Cuando logró totalmente dilucidar el lugar, se encontró con la mayor de sus sorpresas: El metro empezaba a arrancar, desde la estación Tobalaba, tomando una velocidad más rápida que la de costumbre; se encontraba vacio el tren excepto de tres personas que la acompañaban. Uno de ellos visiblemente era carabinero; otro por la vestimenta, por la capucha y sobre todo por el cuchillo en la mano que llevaba era delincuente y el último hombre estaba de terno, y si no fuera por su placa ella no hubiese sabido que era detective, es decir, hombre de la PDI.
Los cuatro tomaban las distancias pertinente y las preguntas ya se empezaban a hacer presentes:
- ¿Qué hago aquí? ¿Quién me atacó? ¿Quienes son ustedes? Qué hacen aquí? -dijo Amaya.
- ¡¡Ya mierda!! Aquí las reglas las impongo yo, quedense quietos y ningún movimiento que el fierro lo tengo acá y no le conviene irse contra la mayor autoridad -mientras sacaba un celular y mostraba su placa -¿Quién es el culpable? -lanzó el agente.
- Bajen las armas y vo' el cuchillo conchetumadre. ¿Quién fue?- mirando con una cara de molestia al detective, dijo el carabinero-.
- El que se mueva lo mato altiro. ¿Quién chucha me trajo aquí?- terminó con las acotaciones el delicuente-.
La luz se apagó, mientras que por el micrófono, que se usa para anunciar cada estación de metro, una voz ronca y misteriosa dijo:
- Muchas interrogantes para tan pocas personas.
La luz apagada se mantuvo por cinco minutos mientras Amaya gritaba y el delincuente lanzaba sus garabatos; las pistolas del carabinero, agente y delincuente brillaban en la oscuridad.
La luz se prendió, el detective marcó desde su celular hacia su institución, luego al 133, pero de nada servía: NO HAY SEÑAL, claramente era lo que se notaba desde su celular.
Cuando iban pasando la estación Simón Bolívar, todos quedaron mirándose uno con otro y el que rompió el silencio fue el detective y dijo: Uno de ustedes, poniendo en duda también al carabinero, es el culpable de todo este macabro juego. Todos se miraron con todos. Todo apuntaba a que podría ser el delincuente, pero aquí nada es lo que parece. Sin duda el detective tenía razón, uno de ellos CUATRO, incluyendo al investigador, podría ser: ¿Quién?. ¿Por qué? y ¿Cómo lo hizo?.
Continuará...
Cuando descartas a alguien es el primer paso para el error, el acierto o simplemente la desconfianza...
Metro de Santiago, Santiago de Chile 23:30. 2 de agosto del 2010.
Cuando Amaya bajó corriendo por las escalera del metro vio que al frente de ella la luz roja y el ruidoso pito indicaba que las puertas, del último metro del día, se cerraban; sincrónicamente lo hizo cada puerta.
Una mano apareció frente a ella con un pedazo de género y luego presionó contra su cara tapando su nariz, ese fue el hecho que marcaría su día y sin duda traería más de una situación sospechosa.
Cuando el reloj marcaba las 00:32, sus ojos de a poco comenzaban a abrirse y, a la misma vez, ver borroso el contorno. Cuando logró totalmente dilucidar el lugar, se encontró con la mayor de sus sorpresas: El metro empezaba a arrancar, desde la estación Tobalaba, tomando una velocidad más rápida que la de costumbre; se encontraba vacio el tren excepto de tres personas que la acompañaban. Uno de ellos visiblemente era carabinero; otro por la vestimenta, por la capucha y sobre todo por el cuchillo en la mano que llevaba era delincuente y el último hombre estaba de terno, y si no fuera por su placa ella no hubiese sabido que era detective, es decir, hombre de la PDI.
Los cuatro tomaban las distancias pertinente y las preguntas ya se empezaban a hacer presentes:
- ¿Qué hago aquí? ¿Quién me atacó? ¿Quienes son ustedes? Qué hacen aquí? -dijo Amaya.
- ¡¡Ya mierda!! Aquí las reglas las impongo yo, quedense quietos y ningún movimiento que el fierro lo tengo acá y no le conviene irse contra la mayor autoridad -mientras sacaba un celular y mostraba su placa -¿Quién es el culpable? -lanzó el agente.
- Bajen las armas y vo' el cuchillo conchetumadre. ¿Quién fue?- mirando con una cara de molestia al detective, dijo el carabinero-.
- El que se mueva lo mato altiro. ¿Quién chucha me trajo aquí?- terminó con las acotaciones el delicuente-.
La luz se apagó, mientras que por el micrófono, que se usa para anunciar cada estación de metro, una voz ronca y misteriosa dijo:
- Muchas interrogantes para tan pocas personas.
La luz apagada se mantuvo por cinco minutos mientras Amaya gritaba y el delincuente lanzaba sus garabatos; las pistolas del carabinero, agente y delincuente brillaban en la oscuridad.
La luz se prendió, el detective marcó desde su celular hacia su institución, luego al 133, pero de nada servía: NO HAY SEÑAL, claramente era lo que se notaba desde su celular.
Cuando iban pasando la estación Simón Bolívar, todos quedaron mirándose uno con otro y el que rompió el silencio fue el detective y dijo: Uno de ustedes, poniendo en duda también al carabinero, es el culpable de todo este macabro juego. Todos se miraron con todos. Todo apuntaba a que podría ser el delincuente, pero aquí nada es lo que parece. Sin duda el detective tenía razón, uno de ellos CUATRO, incluyendo al investigador, podría ser: ¿Quién?. ¿Por qué? y ¿Cómo lo hizo?.
Continuará...
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